Así nació el agua de colonia
Aunque actualmente es posible encontrar cientos de marcas y tipos de colonias y fragancias, el origen de uno de los productos más sencillos utilizados para aromatizarnos es de lo más curioso. Hablamos del agua de colonia, una fragancia suave para uso diario que tiene en el frescor su punto más destacado.
Como seguramente imaginabas, el agua de colonia nació en la ciudad alemana de Colonia allá por el verano de 1709 a manos de Giovanni Maria Farina, un inmigrante italiano que definió su creación como una esencia que olía a una mañana de primavera en Italia después de la lluvia. La melancolía hacia su amada tierra mediterránea fue una de las razones que le llevó a inventar el agua de colonia.
No obstante, la elaboración del agua de colonia era de lo más original para la época: destilaba alcohol y lo mezclaba con extractos de cítricos como limón y con bergamota, dotándole de unas notas frescas y volátiles que duraban en la piel poco tiempo, generando una sensación de limpieza y frescura. ¿El resultado? Un perfume suave y ligero, muy diferente a lo que se llevaba en aquel momento, donde las esencias potentes con toque floral marcaban tendencia.
Aunque el agua de colonia parezca un aroma de lo más simple, la fórmula original se ha mantenido en secreto durante ocho generaciones, de modo que aristócratas y nobles acudían al perfumista para lograr un frasco de su esencia original. Personajes tan populares como Napoleón, del que se decía que se bañaba en este agua de colonia, se encontraban entre sus clientes.
Otra curiosidad: estamos acostumbrados a ver una gran cantidad de fragancias, pero también imitaciones. Precisamente este agua de colonia fue de las primeras en sufrir el plagio. Fue a manos del alemán Wilhelm Mülher, que emuló la fórmula de Farina e incluso se atrevió a ponerle su nombre. No obstante, la justicia acabó prohibiéndoselo.