105 años de limpieza: la historia del jabón Lagarto
Para muchas personas de cierta edad, Lagarto es sinónimo de limpieza. Y es que el jabón Lagarto lleva en los hogares españoles desde el año 1914, pasando por abuelas, madres y ahora hijos e hijas, que llegados a la edad adulta descubren este tesoro para limpiar la ropa que siempre ha estado en sus vidas.
Aunque al oír jabón Lagarto puedes pensar en tradición, la realidad es que Lagarto siempre ha sido sinonimo de innovación. Después de todo, fue de los primeros en vender detergentes para lavadoras en los años 50 y una década después comercializó lavavajillas.
Como ya hemos mencionado previamente, nos tenemos que remontar hasta 1914 y desplazarnos hasta San Sebastián, donde la empresa familiar Lizariturry y Rezola, que hasta ese momento fabricaban bujías y velas, comercializó el primer jabón tras contactar con el inventor Peter Krebitz.
La suya es una historia de éxito y en los años 20 la empresa crece como la espuma, tanto en desarrollo como en innovación. Tanto es así que reciben el reconocimiento del rey Alfonso de Borbón, un acicate que les impulsa a seguir revolucionando y esta vez lo hacen con la publicidad, ya que su nueva imagen causa furor. Tras la guerra, Lagarto recorre las calles con un camión publicitario. Cabe destacar que por aquel entonces no había televisores.
En pleno apogeo del American Way of Life, a los hogares de occidente van llegando electrodomésticos a los que hoy en día estamos habituados, como es el caso de la lavadora. Lagarto es de las primeras marcas en lanzar un jabón adecuado para tal fin.
En los años 70 su crecimiento sigue y por cuestiones logísticas traslada en centro de producción a Zaragoza, ciudad en la que se asentará en los próximos años como la marca de jabones de referencia más consumida por los españoles. Y no solo pastillas: detergentes, lavavajillas, desengrasantes, etc. Otro punto de inflexión para Lagarto llega en los 90, cuando es adquirida por Euroquímica, ampliando todavía más su catálogo de productos y creando una fábrica nueva en Toledo.
Entramos en el siglo XXI y Lagarto sigue siendo una referencia. No solo por sus pastillas, sino también por productos más “modernos” como las cápsulas. En todo caso, ingredientes de calidad y biodegradables.